Es frecuente que la siguiente etapa se inicie con un proceso de evaluación planificado que tiene por objeto conocer los niveles de ansiedad, desánimo o estado depresivo, rasgos de personalidad dominantes, niveles de estrés, etc para tener una  perspectiva integral y amplia de la persona. En esta etapa, sin descuidar el dialogo y la atención a las circunstancias más urgentes de la persona se aplican un conjunto de pruebas objetivas, tests, escalas o inventarios  científicos que aportan datos  de vital importancia para el posterior manejo de las situaciones y estrategias a  abordar para la consecución de los objetivos terapéuticos que marquemos.

Es esta etapa se devuelve la información que se ha obtenido del proceso de evaluación tras aplicar los instrumentos, (tests). Se informa al/ a la paciente de los resultados de los mismos y el significado que tienen en el contexto de la persona y sus circunstancias. Sirve para tener más y mejor conocimiento del/la paciente y para trazar con el /ella los objetivos terapéuticos de la siguiente etapa.

Es la etapa en la que se fijan objetivos concretos de trabajo. Se abordan tareas que consensuamos para el desarrollo de habilidades y competencias de afrontamiento de las diferentes situaciones que hemos de abordar en la vida diaria. Es la etapa práctica en la que la persona empieza a manejar sus dificultades con herramientas nuevas que previamente ha de aprender, luego a de perfeccionar para que finalmente interiorice y las haga propias.

Una vez alcanzados determinado niveles de eficacia en los objetivos planeados y hechas propias las habilidades nuevas adquiridas se trasladan a otras áreas, siempre que es posible y necesario, para que la persona aplique a otras situaciones las mismas habilidades de forma que se generalicen y asienten en su uso y aprovechamiento en la mayor cantidad de parcelas de la vida de la persona. Eso permite un mejor equilibrio persona y amplios niveles de satisfacción independiente mente del área de afrontamiento de la persona.

Finalmente tras pasar a una frecuencia de visitas de seguimiento en las que nos aseguramos de estar manteniendo “niveles adecuados de eficacia” consensuamos una fecha de alta en la que la persona siente que es capaz de si misma, de afrontar sus situaciones vitales con la capacidad de afrontamiento nueva adquirida y puesta en práctica. Se siente capaz, suficiente, dispuesta y con autoestima para seguir el camino sin supervisión. El trabajo ya está hecho, y lo siguiente es seguir manteniendo de forma autónoma los niveles de eficacia alcanzados durante la terapia. Y a ser feliz.