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Trastornos de la conducta alimentaria
Los trastornos en la alimentación también están asociados con otros trastornos mentales como la depresión, es por eso que dejarlos sin tratamiento puede acarrear consecuencias graves.
A pesar del impacto reciente de los trastornos de la conducta alimentaria en el marco social occidental, con un aumento de la incidencia y prevalencia, las descripciones de los diversos cuadros clínicos pueden remontarse a épocas pretéritas, con explicaciones y semiologías muy diversas; así, podemos distinguir la etapa que abarcaría del S. VI al XVI en la que el sustrato cultural (psicosocial) sería el religioso, siendo que las pacientes rechazaban los alimentos para dejar de ser sexualmente atractivas y/o estar “más cerca de Dios” (Catalina de Siena sería el máximo exponente descrito en la literatura).
En la segunda etapa, durante los siglos XVII y XVIII, Morton (1689) describe el primer cuadro de anorexia nerviosa (en adelante, AN), que relaciona con la tristeza y preocupación excesivas, denominándolo consunción nerviosa. Por último, tenemos en la tercera etapa, que data desde el S. XIX hasta la actualidad, la eclosión de la investigación, propuestas teóricas, diseño de tratamientos y un aumento incesante de casos clínicos diagnosticados.
Así, en la segunda mitad del S. XIX, Lasegue (1873) en Francia y Gull (1874) en Inglaterra, hicieron las primeras descripciones clínicas. Fue caracterizado entonces como un síndrome histérico (y por tanto especialmente relacionado con el género femenino), pero de base nerviosa, para posteriormente conceptualizarlo desde perspectivas psicodinámicas, sistémicas, neuroendocrinas hasta llegar a los modelos explicativos conductuales y cognitivo-conductuales, que son los de mayor mayor relevancia en la actualidad. Por su parte, Russell (1979) describió un cuadro de ingesta voraz y conductas de purga, que vinculó a la anorexia nerviosa (como una forma tórpida de ésta), denominándolo bulimia nerviosa (en adelante, BN).
Anorexia nerviosa
La característica fundamental de la anorexia nerviosa consiste en una pérdida significativa de peso, por debajo del nivel normal mínimo, originada por la propia persona, mediante un exhaustivo control de la ingesta de alimento, asociado a un intenso miedo a ganar peso y a una distorsión grave de su imagen corporal (dismorfia), esta pérdida de peso lleva asociado un trastorno hormonal que se manifiesta en la mujer como amenorrea.
La pérdida de peso se consigue mediante una disminución de la ingesta total, acabando en la mayoría de los casos con una dieta muy restringida, limitada a unos pocos alimentos. Les cambian los hábitos alimentarios, obvian el comer con más gente, sin embargo les encanta preparar comidas con un alto grado calórico para que disfruten los demás de ellas. Existen otras formas de perder peso como la utilización de vómitos autoprovocados y el uso de laxantes y diuréticos (purgas), así como el ejercicio excesivo.
Bulimia nerviosa
Es un trastorno que se caracteriza por un patrón de conducta alimentaria disfuncional, con episodios de ingesta voraz, generalmente vividos con sensación de pérdida de control, seguidos por maniobras para eliminar las calorías ingeridas, p.ej. vomitando, haciendo ejercicio desmesurado, ayunando y utilizando diuréticos o laxantes. La finalidad de las purgas es evitar ganar peso y, secundariamente, aliviar los enormes sentimientos de culpa, ansiedad o miedo a engordar.
Trastornos no especificados
Se incluyen en esta categoría aquellos trastornos de la conducta alimentaría que no cumplen todos los criterios. Los así llamados síndromes parciales, podrían inducirnos a pensar que son entidades de menor relevancia, pero de hecho, son pacientes con cuadros tan graves como las formas completas (Prats, 1999). El criterio que con mayor frecuencia incumplen es el de amenorrea (68%).
Sobreingesta compulsiva
En este contexto, haremos mención a un trastorno de la conducta alimentaria, denominado sobreingesta compulsiva –semejante al trastorno por atracón, incluido como síndrome en estudio en el DSM IV-TR) – y que se caracteriza por episodios repetitivos de voracidad durante un periodo determinado de tiempo, los cuales son reconocidos por el sujeto como patrones alimentarios anormales y lo vivencian como incontrolables. Los comedores compulsivos presentan problemas de sobrepeso moderados o graves, pero se diferencian de los pacientes bulímicos en que no emplean conductas compensatorias inapropiadas , de manera repetida, con el fin de no ganar peso. No suelen hacer dietas severas, aunque pueden manifestar que siguen una, ni tienen insatisfacción con su imagen corporal como presentan las pacientes anoréxicas y bulímicas.
Los trastornos en la alimentación también están asociados con otros trastornos mentales como la depresión. Los investigadores todavía no saben si los trastornos en la alimentación son síntomas de dichos problemas o si los problemas se desarrollan debido al aislamiento, estigma y cambios fisiológicos causados por los trastornos en la alimentación en sí. Lo que queda claro es que las personas con trastornos de la alimentación tienen mayores índices de tener otros trastornos mentales, que incluyen depresión, trastornos en ansiedad y abuso de sustancias, que otras personas.
¿Por qué es importante buscar tratamiento para estos trastornos?
Las investigaciones indican que los trastornos en la alimentación son uno de los problemas psicológicos que tienen menos probabilidades de ser tratados. Los trastornos en la alimentación con frecuencia no desaparecen por sí solos, y dejarlos sin tratamiento puede acarrear consecuencias graves. De hecho, el Instituto Nacional de la Salud Mental estima que uno de cada diez casos de anorexia termina en muerte por hambre, suicidio o complicaciones médicas como ataques al corazón o insuficiencia renal.